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La apuesta del PRD para el 2018: la pérdida de identidad

Por: Aldo Roberto Millan Castillo
El llamado “Frente amplio” fue propuesto por Ricardo Anaya y Alejandra Barrales el pasado 20 de mayo en una rueda de prensa en la Ciudad de México (ver link de entrevista Alejandra Barrales dirigente nacional del PRD) y tiene como objetivo fundamental la unión de PAN y el PRD para llegar a ser electoralmente competitivos. Sin embargo, en términos políticos que indican qué partido predominará en esta serie de alianzas o coaliciones nada ha quedado claro. En las elecciones del 2016 donde también hubo una alianza electoral, el máximo ganador fue el PAN ante un sumiso PRD.

La alianza electoral es la conformación de un pacto que tiene como fin sumar fuerzas electorales para llegar a ser altamente competitivos; por otro lado, la coalición tiene como fin ganar gobiernos y eventualmente dividirse los cargos entre los partidos.
La conformación de alianzas o coaliciones, a lo largo y ancho del país, no sólo tiene como objetivo el virtual fracaso del régimen priista, sino también frenar el crecimiento de Morena que se fundó como un partido político en 2014 y que ha alcanzado las mayores estadísticas de votos como ningún otro partido de reciente creación en la historia; Morena poco a poco está desplazando a la vieja izquierda para posicionarse como una nueva.

El Frente amplio se da en un contexto donde el PRD, queda fuertemente debilitado por la integración de Morena como partido político. El bastión perredista por excelencia lo sigue siendo La CDMX; la nueva izquierda ha ido restando poder político al PRD, y en la última encuesta (El Financiero, 2017) deja en claro que los candidatos de Morena están por arriba de cualquier contendiente perredista, e incluso si PRD va en coalición con el PAN.

En la fundación del PRD en 1989, imperó la figura de Cuauhtémoc Cárdenas, reconocido por su liderazgo simbólico que reside en los antecedentes de su padre: su ideología de nacionalismo revolucionario, una de las cualidades que el PRI ya había perdido para ese entonces; la fundación del PRD se pudo concretar también gracias al entorno de la crisis política, resultado de la elección presidencial de 1988 y la famosa “caída del sistema”

Desde su fundación, el tiempo ha dejado ver que sólo se pudo conquistar el centro del país: La CDMX, siendo primera fuerza política y dejando en la inactividad al PRI por décadas, en su intento de institucionalizarse, ha ido perdiendo poco a poco los rasgos más importantes que lo caracterizaban y el resultado ha sido la unión de la “izquierda” con la derecha (PAN); la realidad del PRD es que no ha podido manejar su ideología en la práctica, y ha dejado a un lado ser oposición, porque ese discurso ya no rindió los resultados electorales propuestos y se ha reducido a un partido político donde la negociación de alianzas o coaliciones son las que lo confieren de supervivencia política.

De concretarse el frente amplio daría como resultado la pérdida total de identidad del PRD, su futuro político permanecería incierto por el crecimiento de Morena como la nueva izquierda; mientras tanto el PAN sería el máximo ganador del 2018.
La conciliación de las izquierdas concedería un futuro más prometedor para el PRD: se conformaría una izquierda potencialmente ganadora mientras vemos a una militancia perredista débil que encuentra resguardo y certidumbre en Morena, si la dirigencia del PRD no toma medidas en base a sus principios ideales permanecerá rezagado y eventualmente podría ser desplazado por la nueva izquierda.
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