Enrique Doger Guerrero

Enrique Doger Guerrero, es el primer rector de la BUAP impuesto al más viejo estilo del PRI, por dedazo de su antecesor y con el agravante del nepotismo ya que es su primo, José Doger Corte. Ambos de ascendencia libanesa, estrechamente vinculada al diazordacismo avilamachista,
amasaron cuantiosa fortuna con los recursos de la BUAP, lucrando con la educación superior y las funciones públicas que les encomendó el PRI gobierno.

Ahora son simples aplaudidores, como estómagos agradecidos, de su amo el PRI, en su etapa más nefasta, la neoliberal. Triste papel el que juegan quienes estuvieron al frente de la máxima casa de estudios de la entidad, y peor aún, que se presten para favorecer las pretensiones reeleccionistas del hijo putativo de Melquiades Morales, el ex priista empanizado, Rafael Moreno Valle Rosas, a través de quien presenta como su esposa, Martha Erika Alonso de Moreno Valle.

José tuvo la encomienda de castrar a la comunidad universitaria de la BUAP, con el empleo de 300 pistoleros, pandilleros y golpeadores, apodados los “pitufos”, auspiciados por el gobierno de Mariano Piña Olaya, con la venia del titular de la SEP en aquel entonces, Manuel Bartlett Díaz, quien así cumplía instrucciones precisas de quien más adelante fuera señalado de ser el autor intelectual del homicidio de Luis Donaldo Colosio Murrieta, el famoso calvo de Agua Leguas, Carlos Salinas de Gortari, uno de los hombres más ricos del mundo.

Enrique, por su parte, desde la vicerrectoría de investigación y estudios de posgrado, antesala de la rectoría que después ocupó, se encargó de practicarle a la BUAP, lo que llamo en mi libro “50 años de pasión universitaria”, la “lobotomía”, o sea, extirparle la parte del cerebro que le permite pensar y razonar, y dejarla en estado vegetativo para que se comporte como cualquier universidad patito y no diga nada de lo que sucede a su alrededor. 

Enrique, al mismo estilo del PRI, heredó el cargo a su tocayo Enrique Agüera Ibañez, quien cultivó estrecha amistad con el llamado “gober precioso”, Mario Marín Torres, lo que a la postre le costó perder la presidencia municipal que pretendió, porque Moreno Valle lo amenazó de que si no reconocía el triunfo “claro e inobjetable” de su títere Antonio Gali Fayad, lo podría acusar del homicidio del ex rector Samuel Malpica, así que no tuvo más remedio Agüera que retirarse de la escena política y dedicarse exclusivamente a administrar sus universidades privadas incorporadas a la BUAP, donde sigue incrementando su riqueza.

Es de pena ajena que José y Enrique Doger, sigan por ese camino, porque hasta Manuel Bartlett Díaz se dio cuenta de que, como dicen los chavos de la prepa, “la cagó”, y se equivocó rotundamente al encumbrar a Carlos Salinas, y luego obedecerlo para cercenar la matrícula en todas las universidades públicas del país, especialmente la BUAP, donde se redujo en más del 50%. 

Ahora el senador Bartlett está del lado correcto de la historia, y aunque aún le falta para ser lo necesariamente humilde que tiene que ser un ciudadano consciente de los problemas que sufre el país, ya por lo menos se le ha visto levantar y agitar el puño coreando “es un honor estar con Obrador”.

De cualquier modo no prosperará la campaña de desprestigio impulsada por Moreno Valle, de la que son partícipes los primos Doger, contra el senador con licencia Luis Miguel Barbosa Huerta. La vida de sultán de la que lo acusan, es la que se han dado Pépe y Quique, haciendo ostentación de su poligamia, para marcar su diferencia con la monogamia oficialmente practicada en la sociedad cristiana. Tienen casa grande, mediana y varias chicas, tal vez diría alguna amiga psicoanalista, es que “tienen el síndrome del pene pequeño”, y por ello requieren de demostrar que son “mucha verga”. ¡Válgame Dios!

Bien dijo mi candidata a presidente municipal, Claudia Rivera Vivanco, los candidatos de MORENA no se prestarán para participar en guerra sucia, porque no lo necesitan, ni va de acuerdo con su propósito de recuperar la paz y tranquilidad que se ha perdido en la colectividad, por la irresponsable manera de conducir los asuntos públicos, de los gobiernos del PRI y el PAN. Nada más, pero nada menos.