¿MORIR DE PIE O VIVIR ARRODILLADO?

José Manuel Mireles Valverde, El Doctor Mireles, en otrora líder carismático de un movimiento social, hoy un ex convicto que a pesar  ser señalado, no puedo ser reducido a la condición de criminal, dijo en una carta escrita al presidente  “si con mi sacrificio se logra la paz social yo mismo lo felicitaría”

Ya pasaron tres años después de esa carta y cinco después de la irrupción de las autodefensas en el estado de Michoacán, irrumpieron en el momento menos indicado cuando todos los negocios iban viento popa entre el gobierno y sus paramilitares conocidos hoy día como “crimen organizado”, casualmente gobernación  fue tras las autodefensas con mayor determinación que la que tuvo cuando de combatir a los caballeros templarios se trató. ¿Cuál fue la motivación mayor para desarticular a los grupos de autodefensa?, Dijo Osorio Chong, el cuidado de la seguridad pública es tarea del Estado, y tras una promesa de recuperar esta seguridad con militares y billetazos, declaro ilegal las acciones de defensa comunitaria y los condeno la clandestinidad, ahora no solo debían cuidarse de los criminales sino también de los uniformados que en muchos casos como relataron pobladores de Michoacán, se trataba de los mismos,  Chong sumo un victoria cuando logro meterlos al huacal y castigarlos por la osadía de tomarse la seguridad suya y de sus familias en serio, cuando nadie más lo hacía.

Ahora no se habla de él ni de sus compañeros, los medios, la opinión pública, gobernación, todos se al olvidado del intento fallido por devolverle la tranquilidad a los michoacanos, se encuentra ahora sepultado bajo la más sórdida indiferencia, no es que Michoacán viva otra realidad , no es que la pesadilla de ser uno más el cifra de las muertes, mal llamadas colaterales, lo que pasa es que más vale  no hablar de ello porque no es bueno que otros tomen ejemplo de Michoacán, que vean en Mireles, Hipólito Mora o Simón “el americano”líderes populares, no conviene que alguien le dispute el uso de la fuerza al gobierno, porque si bien los fusiles apuntaban contra bandas criminales que asolaban los poblados, fácilmente podrían volverse contra las corrompidas fuerzas del orden, más vale tener bandas criminales movidas por el afán de lucro que grupos de ciudadanos en actitud de cuestionamiento a la autoridad bajo el auspicio de la legitimidad que confiere el apoyo del pueblo. El doctor lo dijo mejor “yo pise dos callos, el del crimen organizado y el del gobierno, en ambos casos está involucrada la misma persona”.  El miedo no anda en burro, el presidente aunque lo parezca no lo es, pero  no es para menos, un ejército de 25.000 campesinos michoacanos enojados no son como para no asustarse un poquito, sobre todo si se les ocurre acordarse de que la silla en se sienta, se la robo.

Más de una década después de solicitar el auxilio al gobierno federal y parece que se le halo a oídos sordos pero solo basto con quitarse el miedo y decidir morir con honor para que toda la maquinaria gubernamental volviera la vista a Michoacán, en una cruzada contra los alzados pronto fueron comprados, cooptados o encarcelados, no importa el caso es que fueron neutralizados y así el gobierno volvió dormir tranquilo, no así las familias, mujeres, niños, campesinos, jornaleros, jóvenes viejos, que vieron a su única esperanza ser disuelta y que tuvieron que quedarse bajo la vigilancia del ejército y de policías que no se sabe para quién trabajan y que si algo saben hacer muy bien es acosar a la sociedad civil, criminalizándola.

No hay cosa más innecesaria que tomar la justicia en mano propia, ni cosa más lamentable que tener tomar un arma para defender la vida y la de los suyos, pero solo si  se vive en un Estado de derecho y las instituciones cumplen el fin para el que fueron creadas, el solo hecho de que haya alguien que se vea en la necesidad de usar medidas extremas para su supervivencia, más allá de los de cualquier duda razonable, deja en cierto que el Estado ya no es capaz de asegurar los derechos humanos más básicos y de brindar los servicios más indispensables a los ciudadanos y que justifican su existencia.

Desde el estallido de la guerra contra el narcotráfico, las victimas unilaterales de la sociedad civil han sido luchadores sociales, ecologistas, estudiantes, periodistas, mujeres, hombres, niños, y curiosamente han muerto por obra del crimen organizado, si yo fuera mal pensado creería que se trata de una matanza selectiva.