¿Soy un peligro?

Por: Kate Sarmiento
Quiero iniciar estas líneas con la siguiente reflexión:
“No hay pensamientos peligrosos, el pensamiento es peligroso”. - Hanna Arendt.
Pudiera parecer que hoy día es bastante fácil y seguro manifestar nuestras ideas, nuestro sentir y hasta actuar en favor de los menos favorecidos, alzar la voz y decir: ¡Ya basta!. En diciembre del 2017, sentí la enorme necesidad de escribir una carta, para mí un pronunciamiento que hacía referencias al decreto de la polémica Ley de Seguridad Interior, la verdad no esperaba causar tantas expectativas entre mis paisanos, sabía que muchos estábamos enojados, pero no dimensioné lo que ocurriría más tarde; debo contarles que previo a esto tome como estandarte el cuidado y defensa de “El Pinal” (último bosque dentro de la ciudad de Teziutlán).
Dicha acción ha traído a mi vida distintos sabores, por un lado me siento satisfecha pues junto con un grupo de amigos (para mi hermanos) hemos aportado a Teziutlán un despertar ciudadano, desde luego es un despertar donde quedaron fuera los colores de los partidos políticos, un despertad donde prevalece la verdadera hermandad, una hermandad que no distingue de preferencias sexuales, gustos, posición económica o culto religioso. Y por el otro, he tenido que vivir el intento de imposiciones de personajes con un alto poder económico y hasta político.
¿De qué imposiciones hablo? Bueno, cuando se inició el rescate del bosque “El Pinal”, tuve que soportar los comentarios mal intencionados de hombres que se dicen “luchadores sociales”, de “políticos retirados”, hasta las ideas de un sector bastante nocivo y por demás retrograda que ha personalizado todo en contra de quien encabeza el actual gobierno municipal.
Algo que puedo rescatar en estos momentos, es que sí, efectivamente… en algún momento tuve miedo, en algún momento creí esas palabras que me decían: -Deja en nuestras manos esto, se va a meter antorcha campesina… o –Querida Kate, eres muy joven, ¿Qué harás cuando el Presidente presente el proyecto de “El Pinal” y golpeen a toda la gente, es mejor conseguir un amparo, dile a los deportistas que necesitamos nada más quince mil pesos.
Todo lo descrito anteriormente lo consulté, lo analicé con mis compañeros de lucha y afortunadamente nada de lo que me decían estas personas de “experiencia” sucedió, hoy en día puedo decir que el proyecto está en armonía con la naturaleza, con el medio ambiente, se han tratado a los árboles y estamos sembrando más. Lo bonito y lo rescatable de esto es:
“Los ciudadanos si podemos, sin la necesidad de acudir a partidos políticos, lo único que necesitamos es unidad, fortaleza y sobre todo solidaridad”.
Podía decir que todo estaba de maravilla, ser parte de un despertar ciudadano te llena el alma, te llena la existencia y por supuesto yo iba por más. Necesitaba ir por más y no por ambición o alguna mala intención, soy gente de pueblo, parte de las mayorías y gracias a eso, sé que no todas las necesidades están cubiertas. Durante mi estancia en la universidad encontré a amigos que al igual que yo, sentían pasión por el altruismo, también creían que podíamos dejar de lado nuestras preferencias partidistas y como jóvenes teníamos la capacidad de ayudar y sí, ¡lo hicimos!; organizamos Operaciones Abrigo, donábamos juguetes a niños con una situación complicada en orfanatos, colonias marginadas y hasta en la calle; todo haciéndolo de corazón, muchas veces con lo poco que podría sobrarnos y otras más con el apoyo de profesores.
Ya sé, ustedes pudieran decir: -Lo que hace tu mano izquierda, que no lo sepa la derecha. Y yo lo pensaba así hasta que me di cuenta que el altruismo, puede ser algo contagioso y es de esos sucesos que cuando te contagia, es algo positivo, notas cambios en tu vida.
Teniendo una larga historia en esos andares desde 1999, comencé a organizarme con mis amigos en Teziutlán, hombres y mujeres de diferentes edades, niños y niñas, todos participando; aterrizamos #AbrigandoCorazones que es un programa en el que nos damos a la tarea de recolectar ropa y después llevarla a las comunidades en condición de pobreza, porque sí, dentro de esas cosas que no ha cubierto el gobierno, están las acciones cotidianas que podemos tener a los que no nos “va tan mal”, me refiero a que de alguna manera tenemos que vestir, que calzar y que ponernos para abrigarnos, pero para todos no es así y considero que si puedes ayudar o aportar un poco debes de hacerlo.
En mi paso por la BUAP, estudié la Licenciatura en Ciencias Políticas; en ese proceso tomé clases con distintos intelectuales que merecen toda mi admiración y respeto, ellos van desde ser historiadores, politólogos, economistas, abogados, internacionalistas, sociólogos, hasta comunicólogos y lingüistas; de cada docente aprendí que era necesario alzar la voz, prepararse para defender a las comunidades cuando fuera necesario y poner los conocimientos que ellos nos otorgaron al servicio de la gente. Y así lo hice, definitivamente no soy todóloga, no tengo la verdad absoluta de cada una de las situaciones que acontecen en nuestro estado o al interior de mi municipio. Sin embargo, el reunirte con personas que son expertas en otras áreas te enriquece, el conocer a hombres y mujeres de buena fe te vuelve más grande y la sonrisa y la esperanza de los que visitas te hacen inquebrantable.
Hoy en día me siento inquebrantable ante las amenazas, ante el acoso, dejo de lado las “notas falsas” que orquestan en mi contra y solo me concentro en trabajar, trabajar por mi comunidad, por mi gente, por mi municipio, poner mi granito de arena y sé que para realizar un voluntariado digno no es necesario coludirme con caciques arcaicos o unirme a los intereses mezquinos de empresarios que sólo buscan el poder por el poder, que se asocian y congregar para tramar de qué manera seguirán vaciando las arcas de los pueblos, intentando jugar con la dignidad de todos nosotros.
Por supuesto, es peligroso pensar, es peligroso analizar y cuando le abres los ojos a la ciudadanía te vuelves un blanco fácil, un blanco para saciar la ira de los que nos quieren sumisos, de los que nos quieren conformes, de los que no permiten los cuestionamientos, de los que no dejan pasar a los que tienen buenas intenciones. Los muy ignorantes desconocen que para ayudar y trascender no se necesitan partidos políticos, se necesita trabajar bajo los colores de la fe, el amor, la esperanza, el respeto y la solidaridad para los semejantes, se necesita tener la cara limpia, la frente en alto y estar limpio.
Quiero terminar con esto:
“Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo” -Eduardo Galeano.
¿Soy un peligro?
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