El Problema de lo Social 2.0
Por: Lizett Pérez Castro y Omar Antonio Ponce Carrillo
La fe es el estado anterior a la certeza, como la incredulidad es el estado anterior a la fe. Evidentemente, somos incrédulos por naturaleza. La certeza de la realidad paulatinamente se impone sobre nosotros; no obstante, siempre resulta imperfecta. “La cabeza”, como singularidad existencial, queda siempre “indeterminada”; y por ende cree. Tener fe es creer, creer es tener fe.

La completitud se justifica como un fin, independientemente de los medios. Entonces, el realismo propio del holograma humano nos implica en un ejercicio heterogéneo de completitud.
El reconocimiento de la incompletitud de nuestra existencia da en primera instancia cuenta del grado casi perfecto de completitud inconsciente alcanzado. Representa asimismo la incompletitud (o incompatibilidad) de “la cabeza”, respecto de la perfección existencial alcanzada. Si la mayor parte del trabajo ya se ha hecho; es decir, no ha dependido como tal de nosotros (en un sentido voluntarista), cerrar el círculo nos implica entonces en la que quizás sea la única exigencia propiamente humana.
El mundo social funge como el entrelazamiento de perfecciones autocontenidas que llamamos seres humanos. Representamos prodigiosamente el dios “primigenio” recursivo. Somos en esencia el primer nivel de recursividad del todo(1) . A este respecto, la incompletitud de “la cabeza” funge más bien como la imperfección de la convivencia entre dioses (seres perfectos). En este sentido, todo ser humano es en sí mismo perfecto; de tal modo que la sensación de imperfección es “exterior”, no inherente. Aquí comienza por tanto el problema de lo social.
El problema de lo social es entonces la fuerza que nos arranca de nosotros mismos y expone nuestra profunda naturaleza personal ante los otros, de una manera aceptable, decorosa, e intencionadamente perfecta; esto es, normal. Si la normalidad es perfección, hemos quizás llegado (antes de tiempo) a ese estado de satisfacción sensual-sensorial que toda religión promete post mortem (2) . Y en eso radica el problema que la inteligencia del hombre crea para sí misma: que no se basta (ni se puede bastar) como satisfacción plena, sino que requiere (y entonces da vida a) otra como ella, para así entretejerse holográficamente como lo hace el ADN.
(1) No era un despliegue multidimensional de la existencia; antes bien, su involución protodimensional.
(2) Llámese éste cielo, infierno, nirvana. Shangri-la, etc.
El Problema de lo Social 2.0
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