El Zorro, pero no Antonio Banderas
Si, aquí en México estuvo el verdadero Zorro, sin máscara, ni capa negra y mucho menos guapísimo como Antonio Banderas, más bien, un personaje histórico con un nombre medio sacado de los almanaques más antiguos de los bisabuelos. Ahí les va, a ver si lo reconocen: Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor, (¡uff dejen respiro porque nada mas de pronunciar todo esto, falta el aire!.) Y con ese nombre ¿cómo no querían que hiciera una guerra de independencia? le hubieran puesto solo Miguelito, al final de cuentas, todos lo conocemos así. Pero, imaginemos un poquito físicamente a éste. Lucas Alamán lo describió así:
Persona de mediana estatura, cargado de espaldas, de color moreno y ojos verdes vivos, la cabeza algo caída sobre el pecho, bastante cano y calvo, como que pasaba ya de sesenta años, pero vigoroso, aunque no activo ni pronto en sus movimientos: de pocas palabras en el trato común, pero animado en la argumentación a estilo de colegio, cuando entraba en el calor de alguna disputa. Poco aliñado en su traje, no usaba otro que el que acostumbraban entonces los curas de pueblos pequeños. Era este traje un capote de paño negro con un sombrero redondo y bastón grande, y un vestido de calzón corto y chaqueta de un género de lana que venía de China y se llamaba Rompecoche.
Este señor de aquellos ojos verdes, tuvo una infancia bastante peculiar, segundo hijo de 4, nació en Michoacán en una linda hacienda (así que pobre, pobre y humilde pues ni tanto), estudió en escuelas jesuitas donde destacaba por hablar latín, francés y griego. Devoraba los libros y era desde siempre el líder para realizar cualquier campaña escolar. A los 17 años ya era sacerdote y maestro de filosofía y teología. Su habilidad, astucia e inteligencia le hicieron ganarse el apodo de El Zorro. Organizaba jornadas teatrales las cuales, le gustaba representar el mismo. Por el contacto que tuvo con los trabajadores de su hacienda en su infancia, la mayoría de ellos indígenas, Hidalgo aprendió muchas de las lenguas habladas en la Nueva España, principalmente otomí, náhuatl y purépecha, ya que la zona de Pénjamo era una de las regiones con mayor diversidad de grupos indígenas y de contacto entre el mundo nativo y el español. Todos estos conocimientos permitieron a Miguel Hidalgo impartir clases de latín y filosofía a la vez que seguía sus estudios. Una vez que los culminó, trabajó en su alma mater desde 1782 a 1792, muchas veces como tesorero, otras como maestro y desde 1788 como rector.
Éste personaje era un gran historiador y la causa de la independencia en primer tenor, ¡pues resulta que no era que nos independizáramos de España! En general, era una época de tensión para el Imperio Español. Por una parte, en la Nueva España, los criollos (como el mismísimo Miguel Hidalgo) querían protestar buscando mayores posiciones políticas, voz y voto, y en el viejo continente la cosa estaba así: cuando Andalucía cayó en manos de los franceses, en la primavera de 1810, toda España ya estaba en poder del ejército napoleónico. La arquidiócesis de Zaragoza, encargada de los asuntos religiosos en toda la metrópoli, ordenó a los párrocos de todo el imperio predicar en contra de Napoleón. Hidalgo siguió esta orden. Fernando VII legitimo rey de España, estaba en guerra contra Napoleón, al cuál, se le ocurrió la “ideota” de dejar a su hermano en el poder como rey ( si, de esas historias de que entre familia se reparten los reinos y el poder, ¿les suena?). Mientras tanto en Querétaro se gestaba una conspiración organizada por el corregidor Miguel Domínguez y su esposa Josefa Ortiz de Domínguez, también participaban los militares Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Abasolo. Allende se encargó de convencer a Hidalgo de unirse a su movimiento, ya que el cura de Dolores tenía amistad con personajes muy influyentes de todo el Bajío e incluso de la Nueva España, como Juan Antonio Riaño, intendente de Guanajuato, y Manuel Abad y Queipo, obispo de Michoacán. Por estas razones se consideraba que Hidalgo podría ser un buen dirigente.
Hidalgo aceptó, se puso como fecha de inicio para el movimiento el 1 de diciembre, día de la Virgen de San Juan de los Lagos, donde muchos españoles se reunían a comerciar en una feria cercana a Querétaro. Allende propuso hacerlo más tarde, el 2 de octubre, por cuestiones tácticas y militares. Pero, debido a las malas lenguas y a los chismes, el Alcalde Juan Ochoa delata la Conspiración de Querétaro ante el virrey Félix María Calleja mencionando que Josefa Ortiz era una de las principales figuras involucradas.
Miguel Domínguez el Corregidor de Querétaro por lo tanto, encierra a la famosa Josefa para impedir les avisara a los Insurgentes que ya habían sido descubiertos, sin embargo, sabemos que como toda un buena y leal mujer, avisó como pudo a Allende y éste a Hidalgo que la cosa estaba que ardía. Así es como a paso veloz y ya nos sabemos que al toque de las campanas y con estandarte en mano, Hidalgo dio el grito, que iba más o menos así: “Viva Fernando VII de España ¡Caballeros, somos perdidos! No nos queda más remedio que ir a coger gachupines" y ¡sopas! que empieza el movimiento y el mexicanos al grito de guerra.
Don Miguel Hidalgo ya era “viejito” cuando paso esto y lamentablemente terminó siendo fusilado, pues se le consideró un traidor a la Corona Española, (aunque repito, inicialmente no iban a ser así las cosas) pero, es considerado el Padre de la Patria. Como "todo buen ser humano", se dice que tenía sus “desperfectos”, que era borracho, parrandero y jugador como Juan Charrasqueado, inclusive que tenía hijos, pero lo que si es un hecho innegable, es que marcó la historia mexicana desde ese 15 de septiembre de 1810.
Sin dejar Z´s marcadas, éste Zorro, logró ser un héroe inmortal.

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