Coco, #ParadisePapers y Jorge Drexler

Por: Jean Lenin Vásquez Corona
La semana pasada fui a ver “Coco”, la nueva película de Disney que nos hace amar nuestros estereotipos sin darnos cuenta; díganmelo a mí: un constante inconforme como yo que se olvidó de la odiosa protesta sistemática a cualquier cosa gringa para llorar un poco escuchando
“Recuérdame”. Muy bonita la película, muy bonita la animación y notable la musicalización, pero es una historia llana y muy predecible si has visto cualquier otra película del matrimonio Disney-Pixar. Un héroe, que ignora su destino o motivo de estar en la vida o lucha contra cualquier precepto que le impone otro personaje, lucha por cumplir su sueño o su destino; posteriormente, llega el punto en que su aventura inicia con un mentor o algo similar, personaje secundario que siempre será chistoso en la medida que no se logre una personalidad honda en el principal; al final de la película, habrá un giro “inesperado” en la trama y te hará llorar con algún artero truco para tocar tus emociones más íntimas.
“Recuérdame”. Muy bonita la película, muy bonita la animación y notable la musicalización, pero es una historia llana y muy predecible si has visto cualquier otra película del matrimonio Disney-Pixar. Un héroe, que ignora su destino o motivo de estar en la vida o lucha contra cualquier precepto que le impone otro personaje, lucha por cumplir su sueño o su destino; posteriormente, llega el punto en que su aventura inicia con un mentor o algo similar, personaje secundario que siempre será chistoso en la medida que no se logre una personalidad honda en el principal; al final de la película, habrá un giro “inesperado” en la trama y te hará llorar con algún artero truco para tocar tus emociones más íntimas.
Las emociones son un arma muy válida para vender, y consciente estoy que Disney no tiene como meta crear películas que trasciendan rumbo a alguna reflexión de tipo existencial o social (no me imagino a Mulan haciendo reflexión sobre la utilidad de la guerra o a Nemo estando consciente de lo injusta que resulta la vida en el absurdo de que su madre murió en medio de un océano en el que peces más ruines viven como si nada), pero creo que como consumidores necesitamos historias distintas, no una falsa novedad que disfraza un script conocidísimo por todos. ¿acaso el cine para niños no puede tocar temas importantes? ¿necesitamos secuelas infinitas del mismo tema envuelto en novedad? ¿no gustaría ver nuevas temáticas en sus películas que no sea la del héroe en proceso?
#ParadisePapers y su trasfondo ético

Para variar, hay una filtración periodística (raro) de unos archi-mega-ricos que evaden impuestos en un paraíso fiscal (para variar), y hay mexicanos involucrados (qué va ¡eso no pasa en México!). Lejos de todo tema legal, (pues hasta eso tiene: la mayor parte de los casos se mantienen dentro de lo que contemplan las leyes fiscales y tributarias del país, en el marco de una política económico-comercial de carácter neoliberal), conviene pasar su discusión a un tema moral y de conciencia. Este tema, para no alargarme mucho, me permite encontrar las siguientes sentencias (medio charras, pero sé que usted, amable lector, sabrá disculpar mi breve e incompleta formación filosófica):
- Hay una relación directamente proporcional entre los beneficios fiscales que se dan y la “lana” que tienes: entre más dinero, menos vulnerable eres a las leyes fiscales.
- No tienen madre -me dijo mi vecino, herrero de oficio y malhablado de profesión, cuando le platiqué la noticia -uno más pendejo pagando sus centavitos al gobierno y ellos, con toda la marmaja del mundo, no pagan. Eso es poca madre.
- El dinero y la ética no son amigos: para tener mucho, nos han mal enseñado los grandes ricos, hace falta hacer trampa.
Jorge Drexler y la música que quiero recordar de viejo (1)

La buena música no se entiende en el acto, requiere de reflexión posterior en el engranaje de sus notas, y su letra, que a veces es un poema que requería de una armonía de cuatro notas para ser más bello, requiere múltiples repeticiones para captar medianamente su esencia. Una canción es un pedazo de tiempo en el que un músico ocupó armonías y versos para representar el mundo y la manera en la que lo entiende. La música de Jorge Drexler, cumple con eso. Sino, les dejo de tarea escuchar “Pongamos que hablo de Martínez”.
Coco, #ParadisePapers y Jorge Drexler
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