¿Suenan las "Trumpetas" del Apocalipsis para México?
Por: Armando Guzmán Ávila
“Si quieres conocer el pasado entonces mira tu presente que es el resultado. Si quieres conocer tu futuro mira tu presente que es la causa”. Buda
Dentro de este gran fenómeno de nuestros tiempos que es la globalización, de la cual se habla en todas partes de sus supuestas ventajas, y que se presume como algo inminente, como una etapa a la que deben llegar todas las naciones y se hace énfasis para abrir fronteras, realizar frenéticos intercambios comerciales, apertura para viajar de manera más libre por los países, desregulación, privatización y liberalización, monedas y bolsas de valores suben y bajan con la fuerza o la debilidad del discurso político de Donald J. Trump.
México se integró a la dinámica neoliberal durante el sexenio de Miguel de la Madrid. Esto significa que desde hace varias décadas la clase política mexicana en actitud comodina y visión corta ha buscado a través de Estados Unidos resolver muchas de las carencias que se viven en nuestra tierra. El migrante por ejemplo, deja su lugar de origen en busca del sustento para su familia, se inserta en junglas de asfalto como lo son New York y los Angeles, apenas hablando español y dando el salto a medio masticar el idioma de Shakespeare, pero además, soportando la discriminación por sus raíces.
¿Qué nos ha motivado a someternos a los Estados Unidos después de tantos años de fricciones, guerras, intervenciones, arrebato territorial, e histórico desprecio de su parte?
Hoy en día muchos buscan acabar con la idea de los nacionalismos, y eso es una verdad a medias, se menosprecia el nacionalismo de algunos países, sin embargo, en otros se exacerba y se defiende. El discurso de Trump busca exaltarlo, pero a la vez, reniega del intervencionismo que ha caracterizado al país de norte.
El principio de libre autodeterminación de los pueblos fue y está siendo violado una y otra vez por las políticas intervencionistas de los EUA. Desde hace siglos lo tienen claro, para muestra el famoso Destino manifiesto y la Doctrina Monroe. Ahora que Trump dice “Vamos a dejar de tratar de construir democracias extranjeras, derrocar regímenes e intervenir imprudentemente en situaciones donde no tenemos derecho de estar” ¡todo mundo pierde la cabeza!.
Trump ahora para muchos es ahora el comodín dé la clase política mexicana y el desatinado gobierno de Enrique Peña Nieto, que lo han querido señalar prácticamente como el “AntiCristo”, como la “novedosa” causa de nuestros problemas ( de hace muchos años) y de los que se avecinan (porque vendrán muchos). Se necesitaba apelar a la corta memoria del mexicano y adjudicarle a alguien extranjero lo que nos sucede. Un señalamiento erroneo, que están secundando y repitiendo sin cesar los medios de comunicación masivos y para desfortunio, la gente lo está creyendo. ¡Trump no es el problema señores!.
¿Cuáles han sido las prioridades de los gobiernos mexicanos?
¿Dónde está el apoyo al campo mexicano? Recordemos que la mayoría de la población migrante proviene de comunidades rurales.
¿Qué le pasó al principio de solvencia alimentaria nacional y el apoyo a las empresas nacionales?
¿En manos de quién están nuestros recursos energéticos, minerales, nuestras playas, nuestra agua?
¿Cuánto hemos dejado de hacer? ¿Cuánto hemos permitido?
La realidad es que si analizamos concienzudamente la culpa de lo que sucede al país se dividiría en dos:
Por una parte, está nuestra clase política y económica (nacional y extranjera) que se han coludido y protegido mutuamente perdonándose todo. Todo en una alianza ganar-ganar. Ellos se han priorizado.
Por la otra, estamos nosotros, el pueblo mexicano, que hemos permitido una y otra vez través del voto, legitimar a esa clase política y con nuestra apatía, solapar muchos de los excesos, omisiones que nos hacen estar en un estancamiento nacional.
Trump en el poder ha movido muchos temas que México no ha resuelto, agitó las aguas, nos mostró que todos esos años de sumisión económica ante EUA y esa imagen absurda que aceptamos de ser el “buen vecino” por ser el que más cede, no sirvieron de nada, nos dejan en la orfandad aceptada, porque no quisimos hacer lo que debíamos; fortalecer nuestra industria interna, cambiar el modelo económico, combatir la corrupción, disminuir los salarios de “reyes” que tiene esa bola de parásitos del Estado, gastando el dinero del pueblo en tonterías, en ruedotas de la fortuna, mientras la gente no tiene que comer y sufre los embates de las subidas generalizadas de precios.
Si vamos a seguir en la repartición de culpas, nosotros como pueblo mexicano, hemos permitido a través del voto y nuestra apatía que esa clase se instaurara en el poder.
Nadie se ha pronunciado a favor de un cambio en el modelo económico, o el sistema político mexicano, lo más fácil para muchos es que “Killary” Clinton (quien no es ningún ángel) hubiera llegado al poder y no modificará ni un poco las cosas para así continuar beneficiando solo a unos cuantos. Pero no debe ser así, debemos salir de este sistema que solo está llevando a la ruina al pueblo mexicano. Nos interesa un comino que Trump se lleve a empresas norteamericanas como Ford o GM porque ellos son justamente los que vienen a mal pagar y aprovechar la mano de obra del mexicano. Por otra parte, si vamos a renegociar el TLCAN, pongamos bien en claro los términos sobre la mesa. ¡Basta de recibir migajas! ¡Tengamos dignidad!. Seamos amigos, pero antes debemos velar cada quien por sus intereses.
Cabe aclarar, que de manera tajante desaprobamos las políticas misóginas y racistas de Trump, así como la macabra deportación masiva de migrantes (sin dejar de mencionar a los 11 millones que ya deportó el ex presidente Barack Obama).
México a olvidado (o ha querido olvidarse) y ha ignorado el gran país que es, cientos de años de historia menospreciada para quienes solo les interesa homogeneizar a los pueblos, para que asimilen al mercado.
Debemos apelar al nacionalismo como un elemento de cohesión social, no un nacionalismo enfermo, fascista, sino uno sano, incluyente, democrático, que apele por el valor y la dignidad de las personas, independientemente de su raza, cultura, sexo o creencia, pero que finalmente nos otorgue de nuevo, una identidad, que nos una a todos y nos encamine a un proyecto de nación.
Pongámonos a hacer la tarea de casa, ya lo citó Lorenzo Meyer hace un par de días en una conferencia: “La mejor política exterior es una buena política interior”.
¡México, Ya basta de tambalear! de divagar, de hibernar, es momento de despertar, es la hora de un amanecer político!.
En resumen, o cambiamos o cambiamos, porque esto se está hundiendo. No es una tarea fácil y habrá sufrimiento, pero valdrá la pena sin duda alguna.
(Let´s make México great again) Es hora de hacer a México grande de nuevo.
¿Suenan las "Trumpetas" del Apocalipsis para México?
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